domingo, 16 de mayo de 2010

CONTRICIÓN Y CERTEZA




















Poema clásico en dos estrofas


                          I

En este lubricán rijoso y salaz
salen de sus huras flacos roedores
hacia el tollo donde crece mi acrimonia.

Vestido de sambenito y coroza
exhibo mi estolidez por las plazas
ante la multitud descarnada y voraz.

Fui juzgado y condenado a escarnio público
en el fuego de la hoguera aherrojado
por el delito enojoso de conjurar a las musas.

Pretendí subir al carro de los laureados
asistir a baile lúbrico de los faunos
sembrando el bosque con las liras de mi arte.

Florestas de colores limpios y palabras
para los gloriosos himnos a los vencedores,
empacho merecido de felicidad y riquezas.

Creíme sabio, elocuente y coronado,
elegido héroe del destino que gobierna
el timón, las velas y el viento.

Y me veo ahora atado al mástil castigado
a la intemperie de un presente aborrecible
en el devenir vacío de los días.

Fue tan grande la osadía de aprehender
los afanes que cegaban mi valía que merezco
el ignominioso descrédito de esta poesía.


                            II

Es sin embargo verdad bien conocida
que no todos los jinetes de blancos corceles
merecen la lisonja del favor celeste.

En la olimpiada virtual de la artística escena
se multiplican los fatuos traficantes
de escasa virtud y dudosa pureza.

Elevados al podio por manos ajenas
negocio falaz de vistosas melenas
contaminan el aire sus ponzoñosos aromas.

No asciende los peldaños quien más sabe
sino quien paga mejor la escalera
lamiendo los pies cuando suenan cascabeles.

Vine del país de las sombras armado
de arco modesto y flechas transparentes
afanoso lancé aquí y allá mis saetas.

Firme el pulso pero incierto el camino
no consiguió esta araña tejer el hilo
que señala la salida del laberinto de alimañas.

Grutas y pasillos sin salida me desvían
una y otra vez de los palios más visibles
en el desfile triunfal de la corte.

Mas aunque el cansancio entumezca mis huesos
no podré contener el torrente enorme
que me desborda en los diques del cuerpo.



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