lunes, 13 de octubre de 2008

Laberinto


Cuando creía enfiladas a la vara del techo
las certezas curadas
me he vuelto a perder en el laberinto.

Podría añadir algo de sexo,
compararlo con el vuelo del abanto
o con el movimiento de su sombra
sobre el suelo.

Cuando el viento viene del sur
llueve arena en vez de agua
y queda el azul de mi coche
bajo la pátina del desierto africano.

¡Es curioso lo pequeño que el mundo
resulta en ocasiones para perderse!